Miércoles XXI del Tiempo Ordinario

 

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
Mt 23, 27-32

Dime, por tu misericordia, Señor y Dios mío, qué eres para mí; di a mi alma:
Yo soy tu salvación; dilo de forma que yo lo oiga.
Los oídos de mi corazón están ante Ti, Señor: ábrelos. 
Que yo corra tras esa voz y te dé alcance; no quieras esconderme tu rosto.
Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella:
sea ensanchada por Ti; ruinosa está: repárala.
Hay en ella cosas que ofenden a tus ojos: lo confieso y lo sé;
pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de Ti? 
Tú lo sabes, Señor. No quiero contender en juicio contigo, que eres la verdad,
y no quiero engañarme a mí mismo, para que no se engañe a sí misma mi iniquidad.

 Aurelio Agustín de Hipona, 354-430
(san Agustín)



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