Sábado XXXIV del Tiempo Ordinario

Estad despiertos, para que podáis escapar de todo lo que esta por suceder Lc 21, 34-36 Hazme como esa hoja de otoño, Señor, como esa hoja de otoño, llama dócil a tu viento, sin inquietudes ni angustias, que ruede sumisamente al impulso de tus manos; que no se pregunta ni sabe; que va donde tú la llevas, perdida, rodando, sola entre la lluvia y el polvo. Como esa hoja de fuego que ha renunciado a su llama y a la fuerza de su árbol. Hazme como ella, Señor, que vaya entregada a ti; desprendida de mí misma, ajena a todo: al camino, al horizonte, a la sombra. Arráncame de este tronco que me impide levantarme. Ernestina de Champourcin, 1905-1999