SÁBADO DE PASCUA
Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».
Mc 16, 9-15
Dios es la gran esperanza.
Señor, quisiera poder acogerte,
mirar a tu manera, escuchar como tú escuchas,
sentir el latido de tu corazón,
poder decir lo grande que es tu amor.
¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO, ALELUYA ALELUYA!
A mi hermano en el ministerio, José A., ICR;
en el día de su cumpleaños.
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