Lunes XXXIV del Tiempo Ordinario
Vio una viuda pobre que echaba dos monedillas
Lc 21, 1-4
El silencio nos permite liberarnos de todo lo deshumanizante porque nos adentra donde está la esencia de nuestra persona, en lo más profundo de nuestro corazón, que es la morada de Dios. En contacto con Él, somos, en verdad, lo que somos. Dios nos quita las mascaras, nos hace ser realmente nosotros mismos.


Comentarios
Publicar un comentario