XXVIII Domingo de Tiempo Ordinario

 

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
—«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?».
Y le dijo:
—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Lc 17, 11-19

    Nueve de las diez personas leprosas, al verso curado, desaparecen de la escena. “Y los nueve, ¿dónde están?”. Probablemente regresaron a la comunidad, a sus actividades, a su religión y a sus leyes que discriminan a otro tipo de gente que “padece otras lepras”. Esas nueve personas leprosas se curaron de la enfermedad de la piel, pero su fe nacionalista y exclusivista que condena a los samaritanos o a los extranjeros, no salva. Esa fe no está completa.



Feliz domingo

A Javier y Juan en el XII aniversario de bodas.
A Fernando, Daniel y Koldo en nuestro X aniversario de ordenación.
A mi sobrina Beatriz en el VIII aniversario de su nacimiento al cielo.



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