Viernes XXVI del Tiempo Ordinario

 

Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado
Lc 10, 13-16

    Hay un momento de nuestra vocación que conoce la prueba suprema, prueba que contiene el riesgo mortal y que compromete a todo el hombre hasta la raíz de su ser.
    Nunca es el hombre tan hombre como en ese momento, nunca está en las manos de Dios como en esa prueba. Perder esa ocasión de amar es perder la casi totalidad del valor de la vida. Todo el cielo está pendiente de esa respuesta que dará el hombre al Eterno.



A mi hermano en el ministerio, Borja, IAU;
en el día de su onomástica.



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