Domingo II de Cuaresma

 

Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
Lc 9, 28b-36

Dios Santo,
aquí estoy en la montaña
donde quieres encontrarte conmigo.
Llego aquí con el corazón apesadumbrado:
preocupaciones, arrepentimientos, cansancios, 
enfermedad,
los dolores de todos mis hermanos oprimidos
por la guerra y por la injusticia.
Vengo a ti en la esperanza
de quedar fascinado por tu luz,
elevado por tu presencia,
purificado por tu ternura.


Feliz domingo



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