Viernes VII del Tiempo Ordinario

 

Como acostumbraba, les enseñaba
Mc 10, 1-12

    El matrimonio no es una institución inherentemente santa. Y no se puede santificar por arte de magia; no lo puede hacer el gobierno ni un sacerdote y ni siquiera la iglesia. Más bien, el matrimonio es una relación que es hecha santa, o sacramental, cuando refleja el amor vivificante y autosacrificial de Jesús. Todas las relaciones y vocaciones -matrimonio, amistad, soltería, paternidad, asociación, ministerio, votos monásticos, adopción, vecinos, familias, iglesias- les dan a los cristianos la oportunidad de reflejar la gracia y paz del reino de Dios, sin importar cuán torpe o imperfectos sean. Que dos personas se comprometan no solo en matrimonio, sino a una vida de amor mutuo en imitación de Cristo es tan asombroso, tan misterioso, que se acerca al amor obstinado de Jesús por la iglesia.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Música para el domingo de Pentecostés

Cristianos en Zaragoza

18 de agosto de 1936...