Martes XXIX del Tiempo Ordinario
Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela
Lc 12, 35-38
El amor al prójimo, de hecho, para que no experimente reservas ni cansancio, debe alimentarse del horno de la caridad divina.
Esto implica pausas prolongadas de oración, la escucha atenta y constante de la Palabra de Dios; y sobre todo, una existencia centrada en el misterio de la Eucaristía.
Es necesario mantener una constante comunión con Jesús, contemplando incesantemente su rostro en la oración, para servirlo después, con todas las energías, en los hermanos.
Karol Józef Wojtyła, 1920-2005
(san Juan Pablo II)
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