Martes XXVI del Tiempo Ordinario

 

Tomó la decisión de ir a Jerusalén
Lc 9, 51-56

Todo menos rendirnos, Señor, todo menos sentarnos, desolados, a esperar la muerte en vida,
la mediocridad, la derrota.
Es solo que solos no podemos... aunque a veces creamos tener la llave, la rienda, el timón o la energía.
Es solo que si Tú no enciendes el horizonte, caminamos en círculo hacia ninguna parte.
Es solo que si Tú no incendias el corazón y la entraña, las piernas no saben a dónde ir.
Es solo que si Tú no lates en nosotros, falta el aliento...
Y por eso no podemos rendirnos, que Tú no desesperas de nosotros.

José María Rodríguez Olaizola, SJ




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