Jueves XXIV del Tiempo Ordinario
A los pies de Jesús, comenzó a llorar
Lc 7, 36-50
En la Iglesia hay gente dispuesta a hacer cualquier heroísmo por Cristo. Pero no por eso se puede decir que esa gente sigue a Jesús. Y es que, a veces, el entusiasmo religioso, la generosidad, el fervor y hasta la piedad pueden ser cosas mal orientadas, incluso profundamente desorientadas. El camino de Jesús, tal como se nos traza en el evangelio, es muy concreto y preciso: se trata del camino que lleva al compromiso por los demás, el servicio humilde al hombre, sobre todo al desgraciado, el insignificante, el marginado y el oprimido. Sólo cuando la vida de una persona se orienta en esta dirección es posible el seguimiento de Jesús.
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