Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

 

El que no está con nosotros está a favor nuestro
Mc 9, 38-43. 45. 47-48

Los derechos de las personas refugiadas son frecuentemente violados en su país de origen, durante su huida y después en el país de asilo.
Toda búsqueda de una solución a su desplazamiento debe conllevar el respeto por sus derechos fundamentales.
El trabajo con las personas refugiadas no es mera cuestión de solidaridad; también es una cuestión de justicia, y a todos se nos pide que actuemos para que la justicia sea una realidad.
Las personas refugiadas son un signo visible de la amplia injusticia global y de las violaciones de los derechos humanos.

Peter Hans Kolvenbach, S.J., 1928-2016



Feliz domingo



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