Martes XIX del Tiempo Ordinario

 

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños
Mt 18, 1-5. 10. 12-14

    La oración no la puede enseñar nadie. Nadie es maestro de oración.
Solo el Espíritu que habita en nuestros corazones nos mueve desde dentro a dirigirnos con entera confianza a nuestro Padre del cielo.
Los maestros deben limitarse a ayudar a sus discípulos a dirigir sus miradas hacia esa realidad interior.
De lo contrario enseñarán fórmulas, métodos, ritos..., que anda tendrán que ver con la verdadera oración.



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