Lunes XXI del Tiempo Ordinario
¡Ay de vosotros, guías ciegos!
Mt 23, 13-22
¿Quién no se ha sentido sediento alguna vez?
¿Sediento de justicia, del bien, de la verdad, de amor, de ternura, de escucha, de consuelo, de vida?
¿Sediento de justicia, del bien, de la verdad, de amor, de ternura, de escucha, de consuelo, de vida?
Hace poco tiempo escuché que la espiritualidad no es cuestión de agua, sino cuestión de sed.
«Y es que Dios tiene sed de nuestra sed de Él», como decía san Agustín.
Quizá al vivirnos sedientos, instintivamente buscamos algo para saciar esa sed,
pero no nos permitimos escucharla, hacerla hueco en nosotros,
acogerla para recibir aquello que nos quiera contar y expresar.
pero no nos permitimos escucharla, hacerla hueco en nosotros,
acogerla para recibir aquello que nos quiera contar y expresar.
Quizá al principio pensemos que mi sed superficial pasará pronto.
Pero si le dedico tiempo a escucharla y a escucharme,
resulta ser una sed más profunda con nombres y apellidos.
resulta ser una sed más profunda con nombres y apellidos.
Silvia Relinque Feijóo
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