29 julio. Marta, María y Lázaro de Betania, hermanos y amigos de Jesús

 

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jn 11, 19-27

Los evangelios sinópticos ponen en boca de Pedro una confesión que no tiene nada que envidiar a la que realiza Marta en el cuarto evangelio. Si Pedro afirma que el Maestro es el Mesías, Marta reconocerá, además, que es el Hijo de Dios y el que tenía que venir. Nuestra fe pequeña se sostiene sobre la grande de tantas personas que nos han precedido en confesar al Señor en sus vidas. Hoy, mientras celebramos a Marta, amiga de Jesús, agradecemos también la suerte de haber contado en nuestra historia con el testimonio de tantas personas creyentes que nos han enseñado quién es Jesucristo.

sor Ianire Angulo Ordorika, ESSE



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