Lunes X del Tiempo Ordinario
Bienaventurados los pobres en el espíritu
Mt 5, 1-12
Necesitamos pararnos y saborear la vida.
Necesitamos despertar, vivir despiertos, silenciar tantos ruidos que nos envuelven, y descubrir el tesoro que llevamos dentro, y la profundidad y riqueza de todo lo que nos rodea, para abrirnos al misterio de nuestra plenitud.
Vivimos demasiado deprisa, vivimos superficialmente nuestros trabajos y ocupaciones, y pensamos que no tenemos tiempo para ver y gustar la belleza de la vida y para acoger la invitación del Salmista a "gustar y ver qué bueno es el Señor".
Sin embargo, esa es nuestra sed. Estamos sedientos de Dios: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".
Necesitamos despertar, vivir despiertos, silenciar tantos ruidos que nos envuelven, y descubrir el tesoro que llevamos dentro, y la profundidad y riqueza de todo lo que nos rodea, para abrirnos al misterio de nuestra plenitud.
Vivimos demasiado deprisa, vivimos superficialmente nuestros trabajos y ocupaciones, y pensamos que no tenemos tiempo para ver y gustar la belleza de la vida y para acoger la invitación del Salmista a "gustar y ver qué bueno es el Señor".
Sin embargo, esa es nuestra sed. Estamos sedientos de Dios: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".
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