IV Domingo de Pascua

 

En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
»También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».
Jn 10,11-18

    No es suficiente ser pastor, se trata de ser un pastor bueno como Jesús, esto implica: conocer a las ovejas, dejarse conocer por ellas, guiar, acompañar, entregarse con gratuidad, dar la vida, hacer la voluntad del Padre. También nos podemos poner en el lugar de las ovejas y preguntarnos: ¿Escuchamos la voz del Pastor? ¿Lo seguimos? ¿nos dejamos acompañar? ¿Vamos tras la voz de otros pastores que nos seducen y luego nos abandonan ante el primer peligro?


Feliz domingo de Pascua

Comentarios

Entradas populares de este blog

Música para el domingo de Pentecostés

Cristianos en Zaragoza

18 de agosto de 1936...