Domingo IV del Tiempo Ordinario

 

Les enseñaba con autoridad
Mc 1, 21b-28

Tengo sed, Señor, de ti, de tu loco amor,
de tu Corazón enamorado, que siempre me abre a la esperanza.
Tengo sed de ti, que eres el Agua Viva. Te acercas a mí con el ímpetu del viento.
Con la sencillez de todos los niños. Con el gozo de todas las primaveras.
Con el fulgor de todas las luces. Con la seguridad de todas las rocas.
Con la firmeza de todas las esperanzas. Con el fuego de todos los volcanes.
Con el ardor de todos los que aman. Con la serenidad del crepúsculo.
Con la paz de tu Corazón.

Francisco Cerro Chaves


Feliz domingo


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