Viernes XXXII del Tiempo Ordinario

 


El día que se revele el Hijo del hombre
Lc 17, 26-37

Espero yo en la misericordia de Dios, que nadie le tomó por amigo que no se lo pagase: que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.
¡Oh bondad infinita de Dios, que toda me querría, cuando esto os veo, deshacer en amaros!
¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío!
¡Cómo le vais regalando y sufriendo al alma, y esperáis a que se haga a vuestra condición; y mientras, le sufrís vos la suya!
¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis los que os ha ofendido!

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, 1515-1582
(santa Teresa de Ávila) 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Va de libros

Música para el domingo de Pentecostés

Orar por los difuntos...