Miércoles XXXIV del Tiempo Ordinario
Todos os odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá
Lc 21, 12-19
El cristiano debe vivir realmente en el mundo moderno, sin intentar camuflar religiosamente el estado de este mundo: debe vivir "laicamente" y participar así justamente en el sufrimiento de Dios; puede hacerlo, es decir, está libre de todas las falsas ataduras y obstáculos de orden religioso. Ser cristianos no significa ser religioso de una determinada manera o convertirse en alguien mediante cualquier método (un pecador, un penitente o un santo), eso significa ser hombre; Cristo ha creado en nosotros no un tipo de hombre, sino el hombre sin más. No es el acto religioso el que constituye al cristiano, sino su participación en el sufrimiento de Dios a través de la vida del mundo.
Dietrich Bonhoeffer, 1906-1945
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