Martes XXXIII del Tiempo Ordinario

 


El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
Lc 19, 1-10

La queja más amarga de los místicos españoles, santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz, fue que les faltaban guías espirituales para orientarlos por los caminos más adecuados a su vida interior, y para permitirles la posibilidad de distinguir entre los espíritus creativos y los destructivos. No necesitamos enfatizar lo peligroso que puede ser experimentar con nuestro mundo interior. Las drogas, lo mismo que distintas prácticas de concentración y retiro hacia el interior de uno mismo, a menudo hacen más mal que bien. Pero, por otra parte, se está haciendo cada vez más evidente que los que evitan el penoso encuentro con lo no visto están condenados a vivir una vida arrogante, aburrida y superficial. 


A mi hermano en el ministerio, Andoni,
en el día de su cumpleaños.

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