Lunes XXXI del Tiempo Ordinario

 


No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados
Lc 14, 12-14

Señor y Padre nuestro,
enséñanos a acompañarte hoy con fe sencilla, confiada y gozosa;
a estar contigo en perfecto abandono,
como un niño en brazos de su madre.
No te vemos, pero tú nos ves, nos estás viendo ahora,
nos contemplas complacido porque somos hijos tuyos.
No sabemos si te amamos, Señor,
dudamos a veces de que nuestro amor sea auténtico,
pero estamos seguros de que tú nos amas
y seguirás amándonos siempre porque eres el Amor infinito.
Y aun cuando tantas veces te seamos infieles,
tú permanecerás siempre fiel,
porque no te puedes negar a ti mismo.
Gracias, Padre nuestro.

Ángel Sanz Arribas

Comentarios

Entradas populares de este blog

Va de libros

Música para el domingo de Pentecostés

Orar por los difuntos...