Domingo XXX del Tiempo Ordinario

 


Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Mt 22, 34-40

Que la vida nos vuelva pequeños, frágiles, vulnerables; que nos lleve, como agua del río, nuestros secretos orgullos, nuestras grandes ambiciones.
Que nos conmuevan, como de niños, las palabras y gestos de ternura, los sucesos y gritos del dolor.
Desandemos ya los pasos que nos llevaron equivocadamente a creernos reyes empinados sobre todos los valles y escenarios de este mundo.
¡Cuántos desengaños, traiciones y magulladuras en nuestro corazón!
Vuélvenos, como en la infancia, la atención hacia la fantasía, hacia los secretos del universo, hacia las cosas anodinas.
Y entre risas, juegos y silencios, perder sin más nuestro tiempo, y ganar, al fin, nuestra vida.

Seve Lázaro


A mi hermano en el ministerio, Ángel, mc;
en el aniversario de su ordenación presbiteral.

Feliz domingo





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