Sábado XIX del Tiempo Ordinario
No impidan a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos
Mt 19, 13-15
¿Qué nos separa de la primavera, de la autentica Resurrección? El ruido. Vivimos tan instalados en el barullo, que no hay tiempo ni ocasión de escuchar nuestro interior: móvil, televisión, noticias negativas, preocupaciones...
Y a este ruido externo añadimos, de nuestra cosecha, las peores historias del pasado, que ya no existen, y los miedos del futuro, que tampoco.
Solo conectando, sin hacer juicios mentales, con respiraciones honda y silencio, podemos disolvernos en el misterio que es la Vida con mayúsculas, sin analizarla con nuestros viejos patrones de medir, sin racionalizarla, solo contemplándola, respirándola sin pensar.
El yo profundo está desde siempre nadando en el misterio que hemos olvidado, ya que de niños éramos, sin darnos cuenta, parte de la primavera.
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