Lunes I del Tiempo Ordinario
Convertíos y creed en el Evangelio
Mc 1, 14-20
Cuando pienso, Señor, en las cosas que nos enseñas diariamente, muchas veces me viene al pensamiento aquella palabra tuya dirigida a Marta, en uno de vuestros encuentros en Betania.
Tú le dijiste: una sola cosa es necesaria (Lc 10, 42).
Igual en los contextos exigentes que vivimos, donde sentimos que mil brazos tiran de nosotros en direcciones diferentes, donde mil voces nos gritan urgencias y todas ellas reales, donde es fácil que la trampa de la angustia nos seduzca hacia una agitación que, en el fondo, solo sirve para aumentar la impotencia y el miedo, recuerdo tu consejo a Marta: "Una sola cosa es necesaria".
Ayúdanos, Señor, en esta hora abrupta, a tener la sabiduría de preguntar qué cosa es necearía y concentrar ahí muestra inteligencia, nuestra labor y nuestro corazón.
Ayúdanos a discernir, con la luz del Espíritu Santo, aquella "única cosa" que, en este momento, resuma mejor la indefectible responsabilidad a la que estamos llamados a expresar delante de ti y de nuestros hermanos.
Y ayúdanos a confiar, no sólo en las metas consideradas posibles, sino incluso en lo que nosotros, en los momentos de mayor desánimo o cansancio, estamos tentados a declarar como imposible.
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