Miércoles XXIII del Tiempo Ordinario
Bienaventurados los pobres ¡Ay de vosotros los ricos!
Lc 6, 20-26
Todos estamos necesitados de consuelo porque no somos inmunes al sufrimiento, al dolor y a la incomprensión. Pero las obras de misericordia son artesanales, nadie las hace igual pues todos somos distintos y tenemos diferentes maneras de ser aunque los seguidores de Jesucristo tenemos que ser testigos de esa luz pues sabemos que somos polvo de estrellas. Y sólo lo conseguiremos en la medida que seamos capaces de pronunciar palabras de perdón y reconciliación; actuemos para aliviar el sufrimiento humano; apostemos por la dignidad de todas las personas; denunciemos la hipocresía de los poderosos y ofrezcamos nuestra palabra a los que no la tienen.
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